La educación para la promoción del buen trato, la educación para la paz, la educación para la convivencia (con sus diferencias conceptuales, políticas y pedagógicas), indudablemente son denominaciones de algunas propuestas surgidas en respuesta a la violencia sistemática en las escuelas, situación que desafortunadamente caracteriza a gran parte de las relaciones interpersonales, entre todos los miembros de la comunidad educativa y familiar.
La primera participación de la escuela ha sido la de integrarse a un círculo de producción y reproducción de violencia. Pese a que aún algunos educadores optan por mantenerse indiferentes y se sienten impotentes ante las situaciones de violencia, la mayoría se ha concientizado con respecto a la necesidad de trabajar en la escuela a través de programas específicos; pues un clima de respeto, colaboración, diálogo y participación favorecen tanto el desarrollo y el aprendizaje como la convivencia. Lo cierto es que, luego de comprender las redes que obstaculizan el buen trato en cada comunidad, es evidente la necesidad de crear condiciones para:
· Organizar el trabajo entre todos los miembros de la comunidad educativa para generar la asimilación del problema (admitir su existencia),
· Precisar el planteamiento para erradicar el maltrato y auto propuestas y,
· Generar una la gestión organizada para intervenir educativa y cotidianamente.
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